Matarse a sí mismo
Me incomoda mucho la fábula del ego, me parece soporífera. "Hay que tener el ego alto", dicen unas personalidades masculinas. Y a mí se me revuelca la náusea.
Hay mucha fragilidad inconfesa en nombrarse como una cosa acabada que hay que proteger a todo costo de una perversión que está "afuera". También hay una obstinación necia y un cartesianismo ingenuo que piensa que puede haber "yo" sin el otro y sin la perversión de afuera... ¡si uno es perversión de afuera! Hegel lo describió bellamente en la novela de formación brillante que es "Fenomenología del espíritu", cómo una autoconciencia llega a humanizarse a través del encuentro con el otro. El otro es mi experiencia desgarradora y también mi experiencia enriquecedora. Pienso en la fuerza de la vulnerabilidad y en la belleza de navegar la aventura del estar siendo. Todo el tiempo estamos siendo desgarrados, transformados, licuados ¡eso sólo es de una belleza impresionante! Mientras el ego mezquino del que piensa que "uno es" es ficción depredadora que pretende establecerse, por supuesto inutilmente, como una cosa impenetrable, dura, seca, infértil y esteril.
Buscando los orígenes, el yo, la "identidad", es una fábula moderna con fecha de fundación ligada a la fatídica construcción del relato del absoluto. Identifíquese, le dicen a uno los policías. La supuesta identidad es un registro de control y confesionalmente nos prestamos para hacer parte de esa relato de comisaría. No hay concepto más manoseado por el marketing y el utilitarismo que la frustrante identidad y de la exhaltación y el celo de esa identidad nace el dichoso ego. De algunos amigos uno escucha los ecos de "hay que tener el ego alto, así no nos pasan por encima", un autosabotaje. Qué necedad. A la pregunta por la identidad, Foucault responde "No me pregunten quién soy ni me pidan que permanezca siendo el mismo, es una moral de registro civil". Otro tanto hace la Alicia de Lewis Carrol, "apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces."
Qué generoso con el mundo multicolor y multiforme, con la poesía y la creación, sería relacionarse desde lógicas no policiales.
(Dedicado a mi irisada amiga Gabriela, que no cayó en la trampa del ego y que disciplinadamente deviene-otra en espiral ascendente. Y que es pura agua, aunque no le guste.)